sábado, 14 de diciembre de 2013

¿De verdad, con la que está cayendo, se puede perder el tiempo en estos chascarillos?.

Ya lo decían los griegos:

"Mataiotes, mataiotetos kai panta mataitotes"
"Vanidad de vanidades y todo vanidad" 

Navegando por internet me he encontrado con ésto.  Una asociación de Secretarios patrocina una encuesta- referendum sobre el nombre que debe recogerse en la LOPJ para definir a los que hoy conocemos como Secretarios Judiciales. Hace unos días, otra asociación incluso ha elevado una queja porque los Secretarios no están recogidos en una ley de tratamientos. En algunos foros de internet se propone que se llamen magistrados y también se ha impulsado una encuesta sobre nombres...   

Esta cuestión, y la trascendencia que se le está dando con estas encuestas nacionales, desde el más absurdo de los corporativismos, no hace sino demostrar que la Administración de Justicia no tiene remedio. Al menos mientras haya quien piense que los problemas que aquejan a la Administración de Justicia se resuelven con un cambio de nombre. Quien confunde sus intereses y perspectivas personales o corporativas con la Administración de Justicia. O todos tenemos claro que el trabajo en una oficina judicial es el resultado del perfecto engranaje de un trabajo en equipo realizado por personal preparado y comprometido o no tenemos nada que hacer. Ya podemos implantar el mejor modelo organizativo (que por cierto, no es la NOJ tal y como está implantándose en estos momentos ni tampoco lo son esas "reformas" que se impulsan desde el Ministerio) que si no se tiene claro lo anterior, de nada servirá. Lo cambiaremos todo para que nada cambie. Esto no impide reclamar el reconocimiento laboral y retributivo del trabajo propio pero exige el reconocimiento del trabajo ajeno.  

Reza el refrán castellano que "el hábito no hace al monje" pero, por lo que se ve, a algunos les priva vestir la toga y que todo el mundo se incline a su paso aunque luego el juzgado sea un desastre o no sepa hacer la "o" con un canuto 

La dignidad, la autoridad, el mérito y el reconocimiento del Cuerpo de Secretarios como la del resto de Cuerpos de funcionarios al Servicio de la Administración de Justicia no es una cuestión nominal. La dignidad, la autoridad y el reconocimiento se obtienen con el ejercicio responsable de las funciones encomendadas, el ejemplo (especialmente quien tiene funciones directivas) y la dedicación y entrega a su oficio. 

Sí, oficio, una palabra que, hoy en día se utiliza para referirse a los trabajos de menor cualificación pero que encierra una etimología tan brillante como ilustrativa. Otra prueba de que lo importante es el contenido y no el continente aparente. Officium que decían los romanos y que estaba ligado a los conceptos de servicio, sentido del deber e incluso en época posterior al ejercicio del poder. Oficio del que deriva el adjetivo oficial que da valor de auténtico al sustantivo que acompaña revelando la condición de autoridad de quien emana. 

La dignidad, el reconocimiento, la autoridad o el mérito nada tienen que ver con la denominación profesional que no deja de ser un cuestión descriptiva claramente secundaria o con la mera superación de pruebas que son condición necesaria pero no suficiente para obtener aquéllas. Todas esas cualidades son fruto del trabajo eficiente y eficaz, constante y serio. Son el resultado de la capacidad para ver más allá del ombligo y de reconocer el trabajo de los demás; del fomento del trabajo en equipo, del compromiso y de la motivación ; y, en el caso de funcionarios públicos, con una clara vocación de servicio a los demás, de servicio público. 

¿De verdad que, con la que está cayendo, se puede perder el tiempo en esta, con perdón, gilipollez?.