domingo, 26 de junio de 2016

Y después del referendum, ¿qué?

El brexit deja un Reino Unido más desunido que nunca. El ajustado resultado del referendum invita a reflexionar si un cambio tan trascendental del "statu quo" de un país puede ser decidido por unos cuantos votos. 

En este sentido la petición de repetición de referendum que supera ya, claramente, los 3 millones de firmas, plantea una solución más lógica. Un porcentaje de votos de al menos el 60% con una participación de un 75% como mínimo. Es decir, como ocurre en otras materias, algunos acuerdos trascendentales exigen un quorum mínimo de votantes y una mayoría cualificada. De no hacerse así, se corre el riesgo de fracturar la sociedad por mitad como así ha ocurrido. Del mismo modo, no deja de ser revelador que el 7% de los votantes del brexit y el 4% de los que votaron permanecer en la UE estén ahora arrepentidos tan sólo 48 horas después de haber votado y tras una campaña de varios días donde, se supone, se les dio toda la información. Los datos no alteran el resultado del referendum pero ajustan aún más las posiciones.

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El brexit deja una profunda división entre el voto mayor seducido por la campaña demagógica del brexit y nostálgica aún de las glorias pasadas del imperio británico y el voto joven acostumbrado a estudiar, vivir y trabajar en una UE sin fronteras dentro de un mundo cada vez más global. El brexit también deja una clara fractura entre el entorno rural y el urbano. Más info aquí.

El brexit deja una clara fractura en la propia esencia del Reino Unido como estado. Escocia ya ha anunciado que utilizará cuantos instrumentos legales tengan a sus disposición para impedir que ese territorio, ahora británico, salga de la UE incluído la petición de un nuevo referendum de independencia. Para Irlanda del norte, el brexit puede poner en peligro el proceso de paz  que, en partese sustentó en la pertenencia de las dos irlandas a la UE y no cabe descartar que se pudiera promover la solución escocesa. En menor medida Gibraltar, pero que por muchas razones interesa a nuestro país, para la que el brexit podría suponer un nuevo cierre de la verja que amenaza con hundir su economía fuertemente vinculada a España. Al final del camino, el Reino Unido puede quedar convertido en "little england" con lo que eso supone de cara a negociar con terceros países en materia comercial, financiera etc...

Y por último, el brexit deja a los dos grandes partidos británicos abiertos en canal. La dimisión de Cameron abre la sucesión en su partido, una sucesión poco clara puesto que el ganador del brexit Boris Johnson no goza de mucho prestigio dentro de los tories y que tiene en su contra el haber ido de la mano de quien ha reconocido, sin ningún pudor, que mintió en la campaña a cuentas de los presupuestos de sanidad (lo hizo en más cosas como la inmigración). No obstante, la habilidad del exalcalde de Londres es notable y todo puede ocurrir. 

En el lado laborista, James Corbyn se resiste a ceder a las presiones de quienes creen que no fue lo contundente que debiera haber sido apoyando la permanencia. La resistencia de Corbyn no parece aliviar la situación del laborismo tras el brexit pues son varios los colaboradores que le han presentado su dimisión y, en breve, deberá hacer frente a una moción de confianza presentada por dos miembros de su partido. En todo caso, la dimisión de Corbyn devolvería a los laboristas a un complicado proceso de elección de líder que les pasó factura en las elecciones de 2015.  

Un panorama difícil de gestionar se presenta tras el brexit que se complica porque desde la UE no parecen dispuestos a dar facilidades... y hacen bien. La más gráfica de las reacciones ha sido la de Martin Schulz (Presidente del Parlamento) que vino a decir el mismo jueves, es una pena pero son ellos los que han decidido irse. La UE quiere que la petición de salir de la UE se presente rápidamente para empezar el descuento de los dos años que se prevén para la desconexión total. Además, su posición en la negociación parece que va a ser firme en consonancia con la expresión de Jean Claude Juncker (Presidente de la Comisión) de que no se trataba de un divorcio amistoso.

Y es que no puede ser de otra forma puesto que si se visualiza que salir de la UE no supone la pérdida de las ventajas de estar dentro de ella, la epidemia está servida. Es decir, desde la UE se presiona al Reino Unido conocedores quizás, de las dificultades internas que ha creado el brexit y que quizá, puedan llevar a replantear la situación. No es la primera crisis de la UE-CE-CEE en su historia y no sería la primera vez que se llegara a un nuevo acuerdo para solventarla.

Mientras tanto, el mensaje de calma lanzado por algunos dirigentes de los Estados miembros (que son claves para el desarrollo de las negociaciones en un sentido o en otro) y, también por los propios dirigentes de las instituciones europeas es el más apropiado en estos momentos para minimizar los daños en la Unión. El brexit es un problema grave dentro de la UE pero hay que buscar fórmulas para seguir avanzando en la integración (todo lo relativo, por ejemplo, al Pilar de los derechos sociales) y que tenían a Reino Unido como su principal opositor. Asimismo, habrá que hacer cambios en la organización y dotarla de mayor visibilidad y representatividad como única fórmula para que los ciudadanos europeos la sientan como propia y se identifiquen con sus objetivos. Mucho trabajo por delante y, además, urgente. 

De todos modos, habrá que esperar a que se acaben los festejos de quienes celebran el brexit y observar como se desarrollan los acontecimientos. 


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